Hago las llamadas pertinentes, reviso inutilmente
los quehaceres de mi agenda,
escribo mensajes con la parsimonia de un reo
resignado, borro de mi teléfono
las últimas felicitaciones con los
mejores deseos para este nuevo año,
estampo el móvil contra la pared.
Se han ido todos los que mañana
deberán ganarse el pan con el sudor de su
frente y me he quedado sola en esta
sala inhóspita donde sólo se mueve un reloj.
Me falta el aire.
Con las prisas he olvidado el inhalador.
Una enfermera ha oído
el silbido de mis pulmones y me regala
una cajita que abre mis bronquios.
Abro la puerta del box
número 13 con sigilo y veo sus zapatos
con los dos calcetines arrugados
dormitando en su interior.
Salgo en busca del cuarto café y unas
patatas con mucha sal. ¡A la mierda el régimen!
1 comentario:
¡¡ostias qué fuerte!! Tuvo que ser una experiencia inolvidable. Son unas fotos geniales, me encantan.
Besicos. Patricia y Adolfo (Épila).
Publicar un comentario